En sus orígenes:
El creador del psicoanálisis Sigmund Freud (1856/1939), médico neurólogo, desarrolló la teoría psicoanalítica consecuencia de investigaciones que lo llevaron al descubrimiento del funcionamiento del inconsciente.
Sus comienzos transcurrieron en torno de la hipnosis, un método en el que la sugestión era la técnica privilegiada. De esta modalidad de abordaje se apartó gradualmente en función del estudio de los síntomas, descubriendo que son formaciones complejas donde una idea se enlaza con otra y otras; con la intervención del afecto, que generalmente queda separado de la idea y genera angustia. El propio sujeto se siente ajeno y vivencia a los mismos con sensación de exterioridad; por eso fue desarrollando una técnica que implica el reconocimiento de los mismos y la participación activa de ambos integrantes: terapeuta y paciente, para su develamiento.
Freud comprendió la dinámica psíquica como el enfrentamiento de fuerzas de sentido contrario, que transcurren en la mente de manera inconsciente. El choque de deseos ‘no deseados’, promueve la formación de mecanismos de defensa contra esos impulsos. Cuando el sujeto fracasa en ese combate, advienen las neurosis como consecuencia. La noción de inconsciente fue desarrollada desde «Estudios sobre la Histeria» (1895), y describió dos teorías del aparato psíquico. La primera, que comprende las instancias de: consciente, preconsciente e inconsciente; y comienza con este desarrollo teórico en «La interpretación de los sueños» (1900).
La segunda teoría, que contiene a las instancias de: yo, superyo y ello. La última contiene la anterior. Estos conceptos tienen amplia significación; lo más expresivo tiene que ver con la formación de síntomas.
Le dio lugar y sentido a la palabra hablada (la escucha) de los pacientes; el despliegue de un particular desarrollo de afecto hacia el terapeuta, repetición de la forma de vincularse o relacionarse con el otro, a lo que denominó transferencia; y en la propia persona del terapeuta, a lo que denominó contratransferencia; la frecuencia de la aparición de relatos conteniendo sueños le permitió descubrir el valor instrumental de los mismos para el trabajo técnico.
En esta conceptualización, el trabajo de «hacer consciente lo inconsciente» se lleva a cabo con la asociación libre (por parte del paciente),como método terapéutico; y es comparable con una labor de un artesano, ya que implica minuciosa dedicación y tolerancia a la espera que implica accesar a lo mental y emocional, para aislar al conflicto y operar sobre el mismo. El terapeuta emplea la interpretación analítica para acceder a nuevos significados, ligar afectos, estimular la simbolización y la elaboración del dolor psíquico.
Con el estudio de las neurosis, Freud dio cuenta de otros hallazgos: la existencia de la sexualidad infantil, del complejo de Edipo y de las fantasías inconscientes.
Otros desarrollos teóricos fueron los conceptos de: a) proceso primario y proceso secundario; b) representación; c) objeto; d) pulsión y e) pasaje al acto sin intervención de la palabra y/o pensamiento, más conocido como acto fallido.
Desde allí se orientó para formular nuevas hipótesis que lo condujeron a la teoría del narcisismo, como otro intento de comprensión del aparato psíquico. Esta circunstancia lo llevó a revisar sus criterios sobre el aparato y el funcionamiento mental; y es en ‘Mas allá del principio del placer’ (1920), donde hace una revisión sustancial a sus contribuciones, a partir de los conceptos sobre pulsión de vida-Eros y pulsión de muerte-Tánatos, articulándolos con ‘El problema económico del masoquismo’ (1924)’; donde aborda las nociones de masoquismo y sadismo (entre otras).
Su obra está tratada con rigor, lo que llevó a Freud a sucesivas modificaciones respecto de sus principales hipótesis sobre el aparato mental y la influencia sobre el sujeto.
Seguidores y Discípulos hicieron evolucionar el Psicoanálisis. Se sugiere revisar la información completa sobre la historia del Psicoanálisis en autores como: Ernest Jones, Peter Gay y otros.